La rosa más bonita

Hace muchos años que me regalaron la rosa más bonita, no hay ninguna como aquella.

Era el año 1968, estaba haciendo las prácticas en el colegio García Morato, hoy Drassanes. Por aquella época los niños de ese colegio procedían del barrio Chino y algunos de las viviendas del puerto. Los que podían pagar un poco escogían los colegios religiosos y muy cercano estaba uno que era medio subvencionado por la Caixa, hoy desaparecido, pero las clases estaban llenas. Estuve en todo los grados para hacer las prácticas de clase. Tuve buenas maestras que colaboraron y me ayudaron para que saliera aprobada en prácticas. Por aquella época todavía no había coeducación, estaban separadas las niñas de los niños, y tampoco podíamos participar en dar clase a los niños. Organizamos alguna obra de teatro, murales, excursiones y las niñas se lo pasaban muy bien con las chicas de prácticas, nos querían mucho.

También se celebraba el día del libro, pero eso, -el libro- y nada más, se escribía y dibujaba en la pizarra un libro, era la fiesta del Cervantes, pero en la calle había algo más -las rosas-.

No recibí ese día ninguna rosa, no tenía ningún novio aunque tenía un compañero, Pablo Fleta que me quería con locura y me acompañaba casi todas las tardes hasta las puertas del colegio y luego él tenía que correr para llegar al suyo. Muchas veces le dije que no era necesario que lo hiciera, pero el amor es así. Al día siguiente cuando Pablo se marchó vinieron unas niñas con una rosa amarilla y me la regalaron, me dijeron que me la querían regalar el día de Sant Jordi pero que no podían pagarla y hoy sólo les había costado muy poco, incluso me dijeron su valor, quizás lo que tenían para comprarse un polo.¡Qué bonita rosa!, de verdad que me gustó, y la inocencia de decirme que no me la podían regalar antes. Eso vale todo el oro del mundo. Nunca olvidaré la cara de alegría de Pili trayendo la rosa.
Este año me regaló mi hijo pequeño una rosa, y las demás pues personas que quieren demostrarme su aprecio.

Realmente es una fiesta de un consumo tremendo pero por otra parte muy bonita.

Espero siempre las rosas pero ninguna es como aquella.

Dora