No podía creer lo que la madre Lourdes me dijo, que ya no estabas entre nosotros. ¡Qué fuerte! Matilde llegó y la vi serena, yo con un nudo en la garganta todo el rato, aún ahora me caen las lágrimas. Nos conocimos de vernos en la capilla y de colaborar con las madres. Esperábamos hablando fuera en la calle acompañados también por Isabel mientras Matilde, tu mujer, hablaba con alguien, y tú decías que no acababa nunca y la tenías que ir a buscar. Quién nos lo iba a decir que una moto te iba a quitar la vida. Lo siento tanto... tanto...
Le di el pésame a Matilde, vi a tus hijas y nietos pero como no los conocía preferí no volver a molestarles.
Ayudaste a la madre Pilar todo lo que pudiste, con ese amor, esa entrega... y ahora qué haremos. Recuerdo que cuando Matilde se fue en dos ocasiones a Madrid me acompañaste un trocito más, tú no fuiste porque cuidabas de tus cobayas.
Matilde dijo que aún te sentía cantar a su lado y yo que hacías las preces, o venías a decirme algo de Sara.
Guardaré un recuerdo muy especial de ti Ramón. Adiós
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