uyuyuy Mi gato

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jueves, 24 de julio de 2008

Las plantas

¡Qué bonitas son las plantas!Siempre he sentido un placer especial en ver crecer mis plantas en mi balcón.¿De dónde me viene la afición esa? os lo diré, mi tía Paquita, hermana de mi madre, era "una loca enamorada de las plantas"y creo que yo he heredado esa afición.
Cuando era pequeña al llegar a casa desde Vacarisas con unos cuatro o cinco años, lo primero que hacía era ir al balcón y arrancar las plantas, mi padre comom sabía que veníamo, las regaba, y era muy fácil arrancarlas. Mi madre ya lo decía:-"Esta niña será jardinera".
Me pegaba una palmada en las manos y la pobre volvía a replantar las cuatro plantas que teníamos.
También contaba mi madre, que debí de arrancar unas plantas a Juana de St. Pedro de Salavinera y Juana se lamentaba del hecho y yo muy tranquila le pregunté si eran :-lilas de pom. (alhelíes), mi madre sospechó que era yo "la jardinera" que habría arrancado esas plantas. Todas las plantas estaban pnatadas en botes de olivas y latas de membrillo, cazuelas, ollas de barro o de porcelana que se había picado (en aquel tiempo todo se reciclaba).
En Vacarisas según crecía fui cambiando y cuidaba del jardín que mi hermano y mi madre arreglaron a lo largo de la casa donde vivíamos, incluso detrás había un pequeño huerto. Recuerdo de este jardín que teníamos una menta muy grande, dompedros, albahaca y no recuerdo como se llamaba una planta parecida al girasol cuya raíz era un bulbo que se podía poner en vinagre y se comía, en la casa de allado a la nuestra había una lilera preciosa.
Cuando llegaba a Murla a pasar el verano cuidaba de un jardincito que yo replantaba cuando llegaba, estaba en la Foia (así se llamaba la casa de campo de mis abuelos). Ahí en la cocina de verano como ya no se utilizaba mi tía Paquita la tenía llena de plantas, generalmente de aquellas que no podían estar al sol, yo le ayudaba a regarlas, iba a buscar agua a la fuente, pues aunque teníamos un pozo mis tías tenían miedo a que cayera en él, y yo les hacía caso y no me acercaba, aunque si venían o mi abuela me acompañaba me hacía gracia "poar" es decir sacar agua del pozo con el "poal" (cubo). Mi abuela me enseñaba las plantas aromáticas que tenía que habían plantado sus antepasados- salvia- y menta, también mi abuela se cuidaba de hacer crecer la flor del azafrán para sacarle los pistilos y ponerlos en la paella.
En la casa del pueblo había un patio donde entraba poco sol y ahí mi tía también tenía muchas plantas, y se dedicaba a ellas los fines de semana mientras hacíamos la siesta. Cuando había alguna fiesta pues las sacaba del patio y las ponía en la casa para que todos pudieran verlas.
En los balcones del primer piso tenía unas clavelinas preciosas.
Cuando venía a Barcelona le encantaba ir a las Ramblas para ver las plantas.
Y ahora ¿qué?, pues que esa savia de jardinera continúa corriendo por mis venas y como mis hijos han crecido puedo dedicarme un poco más a mis plantitas que siempre he tenido en la pequeña terraza. Una cosa me sabe mal y es que no me ha salido ningún hijo "jardinero", me ven regar y no se molestan a preguntarme si pueden ellos regar, les hago fijar en cómo han florecido algunas de mis plantas y como que no se dan cuenta o les da lo mismo, -¡qué pena!.
Me han regalado muchas plantas algunas exóticas que se mueren muy pronto porque son de invernadero pero mientras las tengo disfruto de ellas.











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